¿CÓMO ABORDAR EL PROCESO DE APRENDIZAJE DEL LENGUAJE ESCRITO EN LOS NIÑOS CON DISCAPACIDAD VISUAL?

Por lo general, cuando nos hablan de un niño en edad escolar con discapacidad visual, llega a nuestras mentes la idea de cómo es posible que estos niños aprendan a leer y a escribir como lo hacen los niños “normales”. Lo que no sabemos es que el lenguaje escrito se puede abordar de la misma manera que se hace con los niños “normales”, pero la única diferencia consistiría en el uso de un código diferente: el braille.

Como ya lo sabemos, las implicaciones de cualquier discapacidad pueden ser relativas dependiendo de las características individuales o necesidades de la persona que la presenta, y de la respuesta que le da el entorno a estas necesidades.

Siguiendo este orden de ideas, se considera fundamental que en el contexto educativo se realice un trabajo en equipo entre los maestros y los fonoaudiólogos, para que se brinden los apoyos necesarios con el fin de facilitar el proceso de aprendizaje del niño con discapacidad visual.

El Braille es una herramienta fundamental en el proceso de aprendizaje de la lectura y la escritura de estos niños, pero debemos pensar más allá de su uso como un simple código escrito, para pensar en una forma diferente de expresar el lenguaje escrito con sentido y funcionalidad comunicativa.  Por lo anterior, se espera que el contexto educativo parta de la idea que el aprendizaje del nuevo código es inseparable del aprendizaje de las finalidades para las cuales ha sido inventado y de la utilización que de él hace la sociedad. Hacemos énfasis en esto porque a menudo escuchamos que las metodologías utilizadas para aprender a leer y a escribir utilizando el braille, están centradas en la transición que se hace del fonema al grafema.

Con lo anterior no queremos decir que las estrategias ubicadas desde el enfoque perceptivo-motor no son pertinentes, porque reconocemos que constituyen un papel importante en el trabajo relacionado con la orientación temporo-espacial. No obstante, sí consideramos que no son suficientes  en el aprendizaje del lenguaje escrito, porque este último es algo mucho más complejo que el hecho de conocer y manejar el braille como código.

La cuestión es que como profesionales de apoyo en el proceso aprendizaje del lenguaje escrito de los niños con discapacidad visual, debemos proponer actividades y situaciones que propicien su participación y el uso significativo de todas las funciones del lenguaje. Actividades como ir de paseo, leerles cuentos, hacer obras de teatro y hacer experimentos, pueden ser pertinentes en la adquisición y construcción del lenguaje con sentido por parte de los niños, ya que permiten que el intercambio verbal sea un instrumento de aprendizaje y que haya una gran variedad de interacciones, contenidos e intenciones comunicativas.

Finalmente, es a partir del uso de estas estrategias, que podremos introducir los niños dentro de una dinámica educativa en la que leer y escribir sean concebidas como lo que son, actividades cognitivas complejas, que requieren de la construcción de un sinnúmero de conocimientos: acerca de para qué sirven; sobre qué se lee y se escribe; sobre las condiciones que debe tener un escrito para que pueda leerse; sobre los componentes del texto y sobre el uso de la escritura y la lectura en la vida cotidiana, entre muchos otros; más que la realización de ejercicios de asociación fonema-grafema.

Marcela Chamorro Carmona

Estudiante de Fonoaudiología

Séptimo Semestre