lunes, 8 de noviembre de 2010

EXPERIENCIA DE VIDA

Estudiante ciego de Bogotá que lee y escribe en braille participó en el Concurso de Ortografía

Cuando suena la campana de recreo en la Fundación Instituto Tecnológico del Sur, los estudiantes salen corriendo de sus salones para no desaprovechar un solo minuto de descanso.
Como la edificación tiene cuatro pisos, cualquiera que esté en las escaleras en ese momento debe tener cuidado de no ser arrollado por la estampida de jóvenes que quieren ganarse uno de los arcos de fútbol o llegar de primeros a la fila de la cafetería. Entre los niños que bajan corriendo desde el cuarto piso se confunde Sebastián Ortega Linares, un estudiante de décimo grado, quien, a pesar de carecer del sentido de la vista, ve las escaleras y los corredores con su memoria, tacto y oído. Sebastián es el único alumno ciego de los cinco mil jóvenes que asisten a la Fundación en las jornadas de la mañana y de la tarde. Según Humberto Celis, coordinador general de la Fundación, la ceguera de Sebastián le sirve al resto del estudiantado para aprender a relacionarse con una persona con discapacidad. Él, por su parte, está aprendiendo a vivir normalmente entre videntes. Sebastián vio por el ojo izquierdo hasta los 4 años, época de la que recuerda los colores y las letras del alfabeto latino. Cuando perdió definitivamente la vista, siguió un proceso de rehabilitación en el Instituto Nacional para Ciegos (Inci), en donde aprendió el sistema de lectura y escritura táctil braille. Mediante el braille se representan letras, signos de puntuación, números, notas musicales y símbolos matemáticos. Utiliza celdas de seis puntos en relieve, que se numeran de arriba abajo y de izquierda a derecha, y pueden combinarse de 64 formas. Puesto que estas resultan insuficientes, el sistema usa signos diferenciadores especiales que, antepuestos a una combinación, convierten una letra en mayúscula, bastardilla, número o nota musical. Las vocales tildadas, por ejemplo, son combinaciones de los seis puntos, adicionales al alfabeto regular. Para asimilar uno y otro sistema se usan diferentes sentidos. Para leer el alfabeto romano se necesita la vista; para leer en braille, el tacto. Las letras del alfabeto romano se dibujan, las del braille, en cambio, se imprimen con un punzón que atraviesa el papel. "De los dos sistemas me pareció más difícil aprender braille -dice Sebastián-, ya que primero necesité que las yemas de mis dedos se sensibilizaran para reconocer los caracteres." Y agrega: "Como aprender ortografía les concierne a videntes y a ciegos porque ambos podemos tener problemas (económicos) si no diferenciamos pago y pagó, estoy haciendo como trabajo de grado una cartilla ortográfica macrobraille (escrita en braille y en tinta) que le sirva a cualquiera. El español es asunto de todos".

Publicación
eltiempo.com: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-6533847
Sección: Educación
Fecha de publicación 7 de noviembre de 2009
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